Escrito por Claudia Sosa ¿¡¡Qué!!? Me escucho a mí misma responder a mi esposo con el tono de impaciencia, cansancio, hartazgo y casi desesperación que provoca el calor en mi cuerpo. ¡Oh! Ciertamente me pongo mal cuando son las 7 de la noche, el sol está aún en lo más alto y el termómetro marca ¡horror!, ¡casi 40 grados centígrados! Y yo, además, con el termostato alterado a causa de la edad, las hormonas y sus ausencias. Fatal el asunto. Fatal el resultado. Los detonantes varían de mujer a mujer. A mí me altera el calor, a otras serán las demandas de los hijos pequeños, a otra quizá la economía, el matrimonio o la falta de este, problemas con los padres, problemas con amigos, la vida diaria que nos toca vivir. Hay diversas situaciones, cosas, personas y días que nos retan como mujeres cristianas a ser fieles a ese hermoso diseño con el que Dios nos hizo y a la que muchas hemos dicho: ¡Sí, Señor! Pero, ¿en verdad lo digo ahora cuando las cosas no son como yo quiero o como yo las ...